logogris.jpg
inicio.jpg
África, China y Europa
China ha pasado de ser un país pobre y subdesarrollado a ser una potencia económica mundial y ahora sus dirigentes dicen algo así como: “Lo sabemos hacer, con nosotros os irá bien” y esto es lo que escuchan desde África.

La población percibe la esperanza de un desarrollo y mejora de las condiciones de vida y los dirigentes africanos una situación que puede asegurarles el poder. Pero esa situación es compleja y cambiante y nada se puede asegurar.

En enero de este 2022, se ha celebrado la cumbre Europa-Unión Africana (UA) en Bruselas donde, la influencia en África se ha convertido en una de las prioridades.

La relación con África es importante porque es el continente vecino y lo que allí ocurra puede afectar a Europa.

Uno de los principales objetivos, es alejar a China de África, ya que China tiene la capacidad de lanzar sobre el continente una lluvia de millones en infraestructuras, con lo que, una Europa definitivamente supeditada a EEUU, no puede competir.

Aunque la UE se muestre comprometida con la estabilidad y la democracia en la región, para los africanos, Europa no es una prioridad como aliada. La influencia y buenas relaciones con África dependen del dinero y Europa no tiene la capacidad económica de China.

Los líderes africanos no quieren los regalos y buenas intenciones que pueda ofrecerles Europa, quieren los proyectos de futuro y desarrollo que les ofrece China.

El otro interés es la seguridad y la gestión migratoria. Las buenas relaciones con África son importantes porque Europa depende de la colaboración africana para cerrar rutas migratorias ya que, desde África, estas rutas se usan por mafias de trata de personas necesitadas y como herramienta económica y de presión para recibir ayudas y subvenciones o tener un papel en el juego geopolítico a costa del sufrimiento de su propia población, con el argumento de que no tienen otra opción.
En 2015 se acordó una colaboración entre ambas partes para frenar los flujos de inmigración irregular procedentes del Mediterráneo.

Europa ofreció la creación de un fondo fiduciario de emergencia para África dotado con hasta 3.600 millones de €. A cambio sus socios africanos se comprometían a aplicar de forma efectiva las políticas de repatriación, de manera que pudieran devolverse a los inmigrantes irregulares sin derecho a asilo a sus países de origen.