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La Bielorrusia de Lukashenko
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La comunidad bielorrusa en Barcelona se manifiesta pidiendo elecciones libres en su país
Fotografía: Eloy de Mateo
Tras la caída de la URSS, Bielorrusia, que fue una de las repúblicas soviéticas, pasó a ser un estado independiente.

No tardó en destacar en el panorama político bielorruso la figura de Alexandr Lukashenko que se convirtió en presidente del país y, desde entonces, lleva ininterrumpidamente en el cargo los últimos veintiseis años.

Siguiendo la tradición del este, el gobierno de Lukashenko es autoritario. También es acusado de tener poco respeto por las reglas democráticas y cometer fraude electoral. Hasta el momento, Lukashenko ha ganado todas las elecciones con márgenes superiores al 70%, lo que le le permite un poder absoluto pero, estos márgenes resultan sospechosos.

Aleksandr Lukashenko, nació en la República Soviética de Bielorrusia, entró desde jóven en el partido comunista y siempre fue fiel a su país, la Unión Soviética, y a su régimen.

Se licenció en historia, cumplió con el ejército en las tropas de la frontera soviética y dirigió un “Koljós” (granja colectiva del estado).

En 1990 consiguió su acta como diputado y entró a formar parte del “Soviet Supremo Bielorruso”. Se sumó a la corriente que pretendía mantener la Unión Soviética bajo un sistema democrático. En 1991 fue el único miembro del Soviet que votó en contra de la disolución de la URSS.

La URSS se disolvió y en la Bielorrusia ya independiente, se ganó la fama de luchador contra la corrupción (la mejor forma de eliminar opositores), lo que culminó con su nombramiento como presidente del “Comité Anticorrupción”.

Desde su cargo provocó la destitución del presidente del país, Stanislav Shushkevich.

En 1994 se presentó a las elecciones presidenciales como independiente y las ganó. Se convirtió en presidente con un programa de recuperación con medidas económicas de corte socialista y una mayor integración con Rusia. De esta manera se creó el acuerdo del “Estado de la Unión de Rusia y Bielorrusia” (1997) y también se sumó a la “Comunidad Económica Euroasiática” (2000).

Desde el 1994 es el presidente de Bielorrusia de forma ininterrumpida siendo reelegido en todas las elecciones por porcentajes superiores al 70%, sin embargo, estos resultados son considerados fraude por por parte de la “Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa” (OSCE).

El gobierno de Lukashenko ha sido exitoso en su labor de recuperar el país, creando un fuerte estado del bienestar, con muchas ayudas sociales y una eficiente sanidad pública.

Bielorrusia ocupa el puesto 53 de 189 paises en el Índice de Desarrollo Humano de la ONU, encontrándose en el grupo de los países con desarrollo muy alto.

Tiene una tasa de mortalidad infantil muy baja de 2,9 frente a 6,6 de Rusia o el 3,7 de Reino Unido. La tasa de médicos es de 40,7 por cada 10.000 habitantes, frente a los 26,7 de Rumania, 32 de Finlandia y 41,9 de Suecia. La tasa de alfabetización es del 99%.

Según el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo, el indicador Gini de desigualdad es uno de los mas bajos de Europa, por lo que Bielorrusia es uno de los países más igualitarios del continente.
¿Donde está el problema?
Estos datos nos hacen pensar que Bielorrusia es un buen país, por lo que nos preguntamos cual es el motivo de las tensiones políticas.

En Bielorrusia encontramos situaciones y escenarios como los siguientes:
María Kolesnikova, representante de Viktor Babariko.
Svetlana Tihanovskaya, esposa de Serguéi Tikhanovski.

Tihanovskaya declaró a la agencia EFE “No busco el poder. Nunca me interesó la política, pero sé que esta es la única forma de liberar a mi marido”

Kolesnikova explica “Lo habíamos acordado con Babariko. Si lo detenían junto a su hijo,
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La Ley del Silencio
El gobierno bielorruso solo autoriza una manifestación al año, la del 25 de marzo, día de la independencia del país, que popularmente se conoce como el día de la libertad.

Esta es la ocasión en la que se permite que miles de personas salgan a la calle reclamando derechos humanos, libertad de prensa, democracia, abolición de la pena de muerte, acercamiento a Europa, derechos homosexuales y libertad para los presos políticos.

Bielorrusia es, junto a Rusia, el único país de Europa en el que existe la pena de muerte, la diferencia es que en Rusia no se aplica pero, en Bielorrusia, se condena a muerte a una media de seis presos cada año, según datos del 2016.

Lukashenko llegó al poder en 1994, ganando limpiamente las elecciones. A partir de 1995 se otorgó a sí mismo el poder de disolver el parlamento y anuló la separación de poderes, de esta manera, la justicia depende del gobierno quedando anulada la independencia del poder judicial. El ejecutivo puede modificar e impartir justicia a su antojo, sin tener en cuenta ninguna clase de legalidad ya que la legalidad es modificada por ese propio gobierno según su conveniencia en cada momento. Esto permite al ejecutivo encarcelar o hacer desaparecer a los líderes opositores cada vez que le interesa.

Hasta ahora, en Bielorrusia, el poder se concentra en torno a la cúpula gubernamental, no hay división de poderes y es imposible que la oposición llegue a gobernar.

El gobierno bielorruso controla el 72% de la economía del país a través de una élite de oligarcas. Son un grupo de grandes empresarios que deciden qué empresa puede instalarse en Bielorrusia y cual no, las que obtienen el permiso es a cambio de pagar un impuesto bajo mano que engrosa las arcas de la mafia oligárquica.

Según datos del Partido Socialista bielorruso (en la oposición) Bielorrusia tiene el mayor indice de policías por habitante del mundo. Además, la KGB, ocupa todos los estamentos sociales: sindicatos, prensa, asociaciones, centros culturales, despachos de abogados, etc...

En 2015, los estudios extraoficiales decían que Lukashenko tenía el 27% de apoyo de los bielorrusos, sin embargo ganó las elecciones celebradas en diciembre de ese año con el 81% de los votos. Pero lo que llama la atención es que, según esos mismos estudios, sólo el 5% de los bielorrusos apoyaba a los opositores. Un escaso apoyo a la oposición por el miedo a ser catalogado como disidente.
Los Niños de Bragin
Bielorrusia es un pequeño país de apenas diez millones de habitantes. La afinidad del gobierno bielorruso es con Rusia pero también trata de mantener buenas relaciones con Occidente, jugando a dos bandos.

Lo que le ha perjudicado es la crisis que arrastra durante los últimos diez años y la falta de reacción ante el coronavirus, esto poco a poco ha hecho que los bielorrusos empiecen a perder la confianza en su presidente al que, hasta ahora, toleraban su autoritarismo.
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La comunidad bielorrusa en Barcelona se manifiesta pidiendo elecciones libres en su país / Fotografías: Eloy de Mateo
En estas elecciones, los candidatos de la oposición eran, Viktor Babariko, Serguéi Tikhanovski y Valery Tsepkalo.

Bababariko y Tikhanovski están en prisión, fueron detenidos antes de las elecciones y Tsepkalo ha abandonado el país, para refugiarse en Rusia, ante los indicios de que también iba a ser detenido. Pero en esta ocasión tres mujeres se han unido para enfrentarse al actual presidente, sustituyendo a los candidatos detenidos.

Ellas son:
Veronika Tsepkalo, esposa de Valery Tsepkalo.
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La comunidad bielorrusa en Barcelona se manifiesta pidiendo elecciones libres en su país / Eloy de Mateo


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