Las elecciones generales de 2010
fueron planteadas originalmente para principios de 2011
pero, durante una sesión extraordinaria de la
Asamblea Nacional, el 14 de setiembre, se adelantaron
al 19 de diciembre.
Lukashenko venció con un
porcentaje del 79,65%, su principal rival, Andrei
Sannikov, obtuvo un 2,43%.
Al conocerse los resultados, la
noche después de las elecciones, se
organizó una protesta que fue violentamente
reprimida por la policía antidisturbios,
centenares de manifestantes y siete candidatos
presidenciales fueron arrestados por la KGB, incluido
el candidato Andréi Sannikov.
Países afines al gobierno de
Lukashenko como Rusia, China, Siria o Vietnam
felicitaron al vencedor, pero los países
occidentales condenaron los comicios como una farsa y
una violación de los derechos humanos.
Los Estados Unidos y la
Unión Europea pidieron la liberación de
todos los excandidatos presos e impusieron una
prohibición de viajar a Lukashenko.
Fue a partir de ese momento que se
empezó a considerar a Lukashenko como un
dictador encubierto que mantenía su poder
absoluto
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mediante fraudes electorales, la
acción de la KGB, los servicios secretos y la
represión policial.
Y es que Bielorrusia es el
único país de lo que fue la URSS, que
mantiene el “Comité de Seguridad del
Estado” (KGB, “Komitet Gosudarstrennoaja
Bezopasnosty”) la omnipresente institución
de control y represión encargada de someter bajo
el terror a los ciudadanos soviéticos, ni
siquiera le han canviado el nombre.
Bielorrusia tiene un sistema de
economía planificada que estaba basado en las
subenciones de Rusia a través de créditos
ventajosos y el suministro enérgetico a bajo
precio que Bielorrusia revendía a un precio
mayor. Todas las empresas son estatales, excepto las
muy pequeñas o los pequeños negocios.
Hasta el 2010, el sistema funcionó bastante bien
y tuvo el apoyo de la población.
A partir de 2010, se empezaron a
torcer las cosas, con la crisis global y la
contracción económica en una Rusia que ya
no se pudo permitir seguir subsidiando a un país
extranjero y, desde entonces, el deterioro de la
economía hizo crecer el descontento.
Las relaciones entre ambos ya no
son tan buenas y Lukashenko inició un
acercamiento a Occidente.
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Ha hecho gestos como el no
reconocimiento de la república de Crimea o la
negativa a albergar una base aérea rusa en el
sur del país y, como no hay trámites
aduaneros, Bielorrusia se presenta como una plataforma
para el comercio con Rusia, esquivando de esta manera
las sanciones comerciales impuestas a ese país.
Recientemente, Lukashenko, se
negó a firmar en diciembre pasado el tratado de
Unión Estatal con Rusia y en enero ha comprado
petroleo a Noruega y no a Rusia, a la que ha estado
acusando durante toda la campaña electoral de
este 2020, de apoyar a la oposición.
El 15 de agosto de 2020, el
Servicio de Seguridad de la Policía Noruega
detuvo al representante comercial adjunto de la
Embajada Rusa en Noruega.
Se trata de un ciudadano Noruego de
50 años empleado de la calificadora de riesgo
Det Norske Veritas (DNV GL) al que se le acusa de
entregar información sensible a otros
países, por ello enfrenta hasta 15 años
de prisión.
DNV GL coopera con empresas rusas
de producción de petróleo, gas,
construcción naval e infraestructuras.
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