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También pide a la comunidad internacional y a los países europeos ayuda para la organización del diálogo con las autoridades bielorrusas y expresa su admiración por los bielorrusos y su compasión por los que sufren en estos días.

Lo que pretende es organizar unas nuevas elecciones que sean límpìas y sin fraude.

Añade que “El poder debe mostrar disposición al diálogo con el pueblo. Esto significa: liberar a todos los detenidos, retirar de las calles a los antidisturbios y a las tropas y también, incoar una causa penal contra quienes daban las órdenes criminales de golpear y disparar a la gente”.
Documental
Los asesinatos de Minsk
 
Días de violencia
Tal como estaba previsto, desde el mismo momento en que se dieron a conocer los resultados de las elecciones, empezaron los disturbios.

Las manifestaciones eran pacíficas esperando el ataque de la policía, en ese momento, empiezan las maniobras de dispersión y detención de manifestantes, para ello, la policía iba preparada con balas de goma, granadas aturdidoras, gases lacrimógenos y en algún caso munición real.

Las protestas se iniciaron la misma noche del sábado y se han prolongado durante toda la semana.

Se tiene noticia de que se han producido dos muertos, se informa de que el primero, Alexandr Taraikovski, fue al estallarle en la mano un artefacto explosivo que se disponía a lanzar a los agentes, pero la autopsia posterior, revela que la muerte fue producida por una herida en el pecho. El segundo murió en el hospital, tras haber estado detenido por la policía.

El número de heridos asciende a unos 7.000 y hay varios centenares de detenidos.
Miles de manifestantes en las calles en Bielorrusia
El viernes, 14 de agosto, el gobierno Bielorruso libera a 2.000 de los 7.000 detenidos, que denuncián haber sido maltratados durante su detención.

Lukashenko habla teléfonicamente con Vladimir Putin, presidente de Rusia, pidiéndole ayuda. Putin ratifica su apoyo al gobierno bielorruso y Rusia denuncia injerencias extranjeras en Bielorrusia.


La Gran Marcha por la Libertad
El domingo 16 de agosto, bajo el lema de “Marcha por la Libertad” unas 200.000 personas se congregaron en Minsk, en la mayor manifestación de la historia del país, pidiendo nuevas elecciones y la dimisión de Lukashenko.

El mismo día, Lukashenko, convoca otra manifestación en la que llamó “ratas” a sus oponentes y los califica de marionetas de fuerzas extranjeras, en referencia a la OTAN.

Nos ofrecen nuevas elecciones. Yo digo: si saltamos a ese pantano, nunca saldremos de él. Nos quieren destruir, nos quieren debilitar. ¿Quién celebrará esas elecciones? ¿Quién se presentará? ¡Bandidos y criminales!”.

Al día siguiente, lunes, rebajó el tono para decir que estaría dispuesto a compartir el poder, pero nunca “por la presión de la calle”.

Moscú dice apoyarle y ha ofrecido asistencia a través de la “Organización del Tratado para la Seguridad Colectiva”, una organización militar liderada por Rusia de la que forman parte varias exrepúblicas soviéticas.

El 18 de agosto del 2020, María Kolesnikova, anuncia que el “Consejo de coordinación para el enlace con las autoridades de Bielorrusia” celebra su primera reunión.

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